lunes, 20 de agosto de 2007

PISCO es más de un VASO (parte 2)


La perspectiva de los pisqueños
Con una diferencia larga de siete años, el pasado y el presente es comparable de caras. Avelino Ortega nacido, crecido y respirando en Pisco dice: “Hay alcaldes que han pasado por aquí pero nadie se acuerda de ellos por que no hicieron obra alguna”. Tal vez alguna hay como el remodelamiento de su Plaza de Armas. Es que el tiempo les ha dado un breve estirón como de adolescente enfermo con fiebre.

Los pedestres van tranquilos, charlando en sábado sobre viejas veredas. Dos brasileñas con mochilas trotan en sandalias, la gente da vueltas en su parque principal pero Avelino no duda: “De lunes a viernes hay un movimiento atroz aquí, pero también a las 7am ya no hay nadie, ya todos están trabajando”.

“Ahorita Pisco está un poco mejor, pero esto no es permanente, es por esto de la planta del Gas de Camisea” cuenta Ortega y efectivamente, La modernidad e industria han penetrado sus gasoductos en la tierra –pista pegada al mar, de San Andrés hacia Paracas- con las manos de trabajadores pisqueños para tan anunciado proyecto, también es de sana ambición la plataforma marina que llevará el gas adentrando en las aguas consiguiendo beneficios en la exportación del producto.

“Acá la gente es bien alegre. En una misa de difunto llegaron dos personas borrachas, una se cayó de cara en el reclinatorio y otro en las escaleras de la misma iglesia” dice Guillermo Cabrera con deslumbrante fortaleza entre arrugas. Entre el té y la conversación el tiempo se pasa sin frenos hasta que las agujas del reloj paren a la noche.

Saliendo del pueblo yendo a “Pisco playa” una misa por mes de fallecimiento esperaba dentro de la Parroquia San Francisco de Asís. Pequeña con su techo reestructurado de madera daba testimonio del segundo grupo de bautizos atestiguado aquel sábado.

Con cronómetro, 25 minutos. El momento de dar las condolencias a la mujer enviudada hace un raudo mes. La movilidad llevaría a todos a la casa para compartir juntos los recuerdos de Oswaldo Cuenta Quiroz. Sin música, con respeto. Caliente y picante “Sopa Seca” o “Mancha Pecho” llenaba el estómago con cálido cariño. La amiguera pero solitaria botella con pisco iba por las manos, vaso a boca en una fría noche.

Luisa Vargas es de aquí. Hace un año hizo traslado Universidad de Ica- San Martín, sólo volvió por vacaciones: “no me acostumbro a Lima, el tiempo se pasa muy rápido”, real y con semáforos para no respetar. Un grupo de promoción 98 reunidos se definía entre ingenieros y enfermeras de la universidad local.

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