martes, 8 de julio de 2008

Hasta luego con el blog

Gracias a todos quienes comentaron algunos de estos escritos, también a quienes se dieron un tiempo para leerme alguna vez, aunque sea un par de segundos.

Hasta luego y creo que será por un buen tiempo.

Nada, sólo una canción de Bob Dylan que titula Things have changed.

sábado, 5 de julio de 2008

El viejo zorro

El chofer dudó. Él subió en los asientos delanteros. Era el inicio de la avenida Colonial.

-Uno sabe. Uno duda. Uno nunca sabe, pero se da cuenta cómo es la gente, dijo el viejo.

-Ahora hay que pensar en todo, respondió el chofer.

- La gente que es como yo puede ser de cualquier forma, de cualquier manera puede actuar. Yo llevo viviendo treinta años en la calle. Conozco cómo es la gente mirándola. Al ojo saco sus intenciones, sostuvo el viejo que mientras hablaba con fuerza, lanzaba gotas de saliva por el aire.


El sol llegaba en una fuerte resolana en pleno invierno. Yo estaba en el asiento detrás del chofer, mirando atentamente al señor, casi de manera espía. Sorteaba líneas de un libro que andaba leyendo, pero lo escuchaba. Lo miraba sin que se diera cuenta pero lo notó. Yo sé cómo es la gente, volvió a repetir, esta vez mirándome y diciéndome: más sabe el zorro por viejo que por zorro, tu crees que puedes ser más hábil que yo, pero esa es una mentira, cuando tengas mi edad recién podrán ser como yo, o hasta mejor, pero en ese momento yo ya estaré muerto. Sonreí y continué con la lectura de mi libro. No volvió a decir nada.

viernes, 4 de julio de 2008

Detrás de las costillas

Detrás de las costillas tengo un cementerio de gente
camino entre lápidas y barro fresco que apesta
mosquitos color vino se ven alocados y contentos
y los veo tan contentos como quienes se alegraron
con la resurreción de Cristo.

Camino entre el amarillo aroma de la carne inerte
ni distingo mi propio hedor con la nariz en las manos
con lo que toco las letras de las fechas de fallecimiento.

Hay caminos y tengo uno atravesado en mi cuello
por medio de la garganta con palabras que comen oxígeno
ya me lo dijo el mar que me intente tragar una vez.

Muerdo los pellejos de mis dedos cuando amanece
lamo desiertos cuando anochece
amarro cantos de infancia y muecas aprendidas
ahora que la lluvia remoja hasta los glóbulos
¿crecerá una planta rara si no encuentro tierra para ella?

Los ángeles defecan sin que alguien lo piense
pero el sol podría estar precioso mañana
y un perro sin dueño podría ser bañado y alimentado moviendo la cola
pero un gato estaría esperando comer por su cuenta
sin que nadie lo mire ni que se acerque.

Las moscas cojen excitadas en la basura de los mercados
entre cebos de animales y visceras olorosas
el aire de la muerte sobre esos animales ya no es tibio
es extraño.

jueves, 3 de julio de 2008

Diario de Adrián (3 de julio del 2008)

"Mis amigos se aburrieron de mi pena, y yo de leer versos
para caer en gracia"
Antonio Cisneros en Londres vuelto a visitar

"Juré seguir escribiendo hasta el final
me sentí feliz caminando por calles extrañas"
Jaime Bayly en Currículum Vitae


Cómo será la noche en estos momentos en algún nevado, en un frío ande. Cómo será la noche de los perros callejeros dentro de su cuello. Cómo será el silencio de la muerte dentro de un nicho.


Trato de ocultar mi cara en todos lados. Solo muestro labios, ojos, pómulos y me duelen los músculos para sostener y que parezca una cara normal. Es complicado y llega a doler algo la cara.


Un día llegó cuando caminaba demasiado contento por las calles. Era de día y me sentaba debajo de la copa de un sol. Veía cómo la luz traspasaba y podía tocar mi rostro, mi pecho, y mi corazón era un satélite (mucho más brilloso que la luna, pero en pequeño).


Y ando enterrando a un montón de gente porque en realidad son vanos las manos y los botes fantasmas. Y en realidad es vano responder el teléfono cuando soy quien menos podría dar consejos a alguien. ¿Qué tanto se puede compartir cuando se está conectado a los sueros de la sombra?


Lo he tratado, de verdad, lo he tratado, lo he intentado una y diez millones de veces: he sostenido la felicidad y he tratado de comer de ella, de que sea algo nutritivo para el espíritu.


No puedo dormir. Es un insomnio terrible el que me muerde los pies. Tomo para poder dormir. No puedo hacer otra cosa. Odio las pastillas. Nunca he odiado tantas cosas como en estos últimos meses. Yo solía ser quien fácil podía dar y recibir todo, pero ahora sólo soy como una piedra que se erosiona en las tristes dimensiones de la bahía de Paracas.


Y me siento algo feliz en cualquier momento con las sonrisas, con la música, con cualquier cosa. Me podría quemar si me acerco mucho al sol y me podría tropezar con cualquier cosa en la tremenda oscuridad. Soy tan cobarde para el viaje sin retorno. Cómo no me cruzo con alguien que me de esa posibilidad, pero que yo esté solo y nadie me vea.


Otra vez a hablar del sol, de la luna, de la poesía que ya aburre, todo es soledad, amor y muerte. Sobre todos estos componentes se cuelgan las moscas a divertirse, como en la caca, como en la basura. Se paran en el sol porque está desahuciada y saben que pronto dejará de latir, en la luna porque tiene un corte abierto y podrido, en la soledad porque es como una fruta, en el amor porque es como un postre, en la muerte porque es la muerte y será un carnaval para las moscas.


Ya me estoy asustando, creo que me estoy volviendo loco. Eso me da mucho miedo.


Ahora no tengo sueño y creo que ya sé que haré para dormir. Ahora estoy sólo y mi espíritu es una ofrenda a la soledad y la soledad el sacramento de mi sombra. Gracias Virgen por acompañarme en todo momento, sobre todo cuando mi soledad menstrua, sobre todo cuando sólo tengo dudas heladas en mi refrigerador y es lo único para calentar y comer.