lunes, 20 de agosto de 2007

PISCO es más de un VASO (parte 1)

Esta es una crónica que escribí en el 2004 tras un viaje. Menciono una serie de lugares los cuales han sido azotados -destruidos casi todos- por el terremoto del miércoles 15-agosto- 07. Es mucho dolor para tan pequeño lugar. Otras zonas como Chincha, la sierra de Ica -entre otros- también han sido afectados y ni que hablar de Huancavelica. Por favor, si pueden donar sangre, ropa o víveres sería grandioso. La sangre puede ser en hospitales como el Loayza y las cosas en el Estadio Nacional.

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PISCO es más de un VASO





Lo sureño de la Panamericana nos jala como el antiquísimo vuelo de flamenco protagonista de una inspiración blanquirroja y onírica. El río florece con su valle. El cemento crece sin raíz entre el verde bucólico del pueblo. Entrada a Pisco como el pisco pasa por la garganta con genuina sensación.

El mar recibe con listón una colaboración fluvial, éste agradecido abraza en playa con la frescura de una desenfadada brisa que se pasea por sus lugares perfumándolos en exceso.

Una niña atendía en un restaurante de la misma carretera. Ella despeinada llevaba una chompa naranja como la mandarina que luego comería mientras los comensales terminaban sus platos. Luego de pedirle cinco veces un cuchillo sólo recibía una sonrisa disimulada que no me servía para cortar. Entraba y salía de la cocina nunca con el utensilio que ya estaba siendo usado por algún otro. Este se tendría que desocupar en el restaurante “Rosita de Pachacutec” con sus tres comensales de entonces.

Con s/.1 en un día de astro menguado, a través de un colectivo, te pueden llevar a cualquier rincón de aquí: es el pueblo y la playa. Las vacas huesudas comían y masticaban con la peculiar digestión de procesar el sueño y negocio de su pastor.
“Por incapaces para gobernar Pisco pide la revocatoria” decía una intranquila pared blanca en el tramo del inicial ingreso.

Por la plaza principal
En la Plaza de Armas se encuentra la Municipalidad de estilo morisco, un palacio construido en 1930 pintado con franjas horizontales, celestes y blancas. Al costado la Catedral San Clemente y los bautizos a la orden del día. En una fugaz ceremonia de agua, la alegría de los padres y padrinos eran la luz en una sombría iglesia.

De ocres, cremas y amarillos. Confesionarios de madera al igual que los penitentes reclinatorios. Sólo dos reflectores eran usados. La iluminación restante y natural era el encargo de puertas abiertas. Cada altar contiene un santo alumbrado por un tragaluz en el techo, un vitral colorido había sido preso del tiempo en el Altar de María Auxiliadora. Una María Inmaculada pisa una serpiente demoniaca mientras una señora de morado iniciaba las letanías con un “por la señal de la santa cruz”.

El vecino de la iglesia. El establecimiento Maju con sus máquinas encargadas de tragar monedas con todo y bolsillo, inclusive el pantalón. Un contiguo Cine Libertador funciona por allí. La República de Argentina regaló a esta tierra un monumento de Don José de San Martín que enhiesto es el centro de la Plaza de Armas.

3 comentarios:

cuentistera dijo...

muy buenos piscos y todos sus vasos

me gustó

Aarón Ormeño dijo...

gracias, salud a tu salud!

Diafana dijo...

Y los días no volverán...Los tiempos que compartimos quedaron atrás...¿Quién podría regresar al pasado sin dejar de vivir en el presente?