Mi barrio es un cesto donde las lenguas son serpientes que se enredan y salpican veneno.
Una nube donde de niño soñaba con mis amigos de siempre y de grandes caímos al piso con la lluvia.
Una pista donde sudamos y nos raspamos las rodillas y nos peleamos para más tarde defendernos entre nosotros (sin saber que era algo así como un entrenamiento).
Unas esquinas con vicios y trampas de distintos sabores.
Un lugar donde se pueden ver las grúas del puerto y en la madrugada si te callas bien, puedes oír como respira el mar entre las luces de los buques de vienen de varias partes del mundo.
