miércoles, 7 de noviembre de 2007

Ayúdenme a localizar el libro por favor


De adolescente escribía conatos de (seudo) poesía en las paredes de los baños de mi colegio. Quizá era una manera literalmente clandestina de hacer algo y no saber bien de qué se trataba. Algo así como las primeras veces cuando descubría en mi propia epidermis algo de gloria. A los 18 o 19 años aproximadamente escribía cartas de amor de amigos para sus enamoradas. Me encargaban una tarea tan difícil, pues resultaba complicado ser amoroso con alguien completamente ajena a mí. Pero lo hacía. Daban buenos resultados o algunas veces pasaba desapercibido. Mis amigos satisfechos. Ellas miraban con sorpresa, sospechando que ellos no habían sido. Un amigo del cual conocí todo su historial cardíaco -hasta aquellos momentos- me pidió que escribiera un poema para ella. Lo hice. A él le gustó. Ella lo guardó. Algunos amigos de ahora me piden que escriba sobre ellos. La verdad es difícil para mí. Prefiero situaciones creadas por mí y el reto es hacerlas reales, aunque la vida es de por sí una macabra sucesión de escenas agridulces con dosis de alegría. Pero cómo empecé a escribir, o lo que es realmente interesante: qué fue lo primero que leí. Desde hace años me rompo el cráneo en millones de pedazos. Lo tengo claramente. Su pasta verde pastel la tengo en mente y recuerdo toda mi infancia. Mi antigua casa. Mis padres con muchos años menos. Mis hermanos unos chiquillos. Yo. Era un libro con fotografías de muñecos que interpretaban el cuento. Abajo estaba el texto, el relato. Se trataba de una chica que tiene un bebé y un duende se lo quita, pero dice que si adivina su nombre lo devolverá. A las finales resuelve un acertijo y se lo devuelve. El muñeco del duende me asustaba. Las lágrimas de la mujer brillaban, quizá era algún plástico que le pusieron para tal efecto. Recuerdo pero verdaderamente extraño ese cuento. Lo leía mil veces durante varios años. El acertijo, la angustia, el amor, el duende, la injusticia, el triunfo, los colores, la esperanza, la maldad fatua mostrada didácticamente. Realmente todo mágico. En la tapa decía el nombre: El Acertijo. Aunque pasé cientos de veces esas páginas de grueso cartón no me aburría. Ahora he encontrado en Internet un cuento con el mismo nombre, pero no es el mismo que leí. Tal vez el nombre del que leí es una traducción mala, como los nombres de algunas películas que llegan por aquí. Si alguien conoce de ese cuento por favor háganmelo saber. Quisiera leerlo de nuevo.






4 comentarios:

cuentistera dijo...

me gusta la foto ormeño
es tu letra?

¿u.u?

ese libro...
el duende tenía un extraño nombre
y tb me daba miedo

pero como te decía
creo que el cuento se titula como se llamaba el enano ese

enano de algunas pesadillas

será una prolongación del rechucha?
o será que el rechucha es prolongación suya...

ni modo ormeño

lo averiguaremos

que loco que seas el prostipoeta de amores ajenos
...

alamos
besooo de patooo

cuentistera dijo...

ya tengo mi boton!!!!
despues te cuento!

Mr.cannabis dijo...

...eran tan facil asustarnos de niños no? era tan inocente todo antes...

Anónimo dijo...

Choche, yo tengo ese cuento!, aunque no se si sea la misma edición, la flaca averiguo el nombre porque mando a buscar a varias personas nombres raros por el reino y uno de los patas escucho al duende hablando solo.